Rissig Licha
MIAMI—No se lo digas a nadie. Más claro, no canta un gallo. Antes de callarse por supuesto. Sí, porque, según le advierten, si sigue quiquiriquiando, tarde o temprano, va a meter la pata dónde pica el pollo. Shhh…no se lo digas a nadie pero ya metió la pata. El gallo, sí el gallo de La Fortaleza, Alejandro García Padilla, ya metió la pata por dar órdenes de que no se lo digas a nadie y menos al pueblo. Efectivamente, el pueblo de Puerto Rico por decreto de su gobernador, no tiene derecho de saber qué hace su Gobierno. Y, por ende, la Prensa tampoco. Alucinante, ¿No? No, ¡Así es!
Si duda de ello, pregúntele a la gallina que cacareó, tal cuál hubiera puesto un huevo de oro, el racional del porqué el Gobierno de Puerto Rico no debe compartirle a su pueblo el informe de la firma KPMG que traza una hoja de ruta para desgranar aún más el bolsillo del contribuyente puertorriqueño a través de la imposición de mayores tributos, entre éstos, un Impuesto al Valor Añadido (IVA), para mantener el funcionamiento de un gallinero quebrado.
“Se estaría poniendo al pueblo en posición de prejuzgar el razonamiento que usó el Ejecutivo para elaborar la política pública”, fue como respondió Noemí Cortés Irizarry a una pregunta de la jueza sobre el efecto que tendría la divulgación del documento, que se pagó con fondos públicos, según dio cuenta de ello Primera Hora.
“El derecho no es solo a estar informado sino a estar bien informado…Dudo que (la prensa) vaya a publicar la totalidad del informe”, agregó Cortés Irizarry al defender porqué el informe debe permanecer en secreto toda vez que es un documento de trabajo. “Se le debe permitir el espacio (a los funcionarios) sin tener la interferencia de estar contestando preguntas”.
La conveniencia de mantener en secreto el informe, defendido a capa y espada por Cortés Irizarry que hasta ahora el Gobierno de García Padilla se ha negado a entregar a la Prensa—razón por la cual la Asociación de Periodistas y la organización Sin Comillas, le han demandado en Corte bajo el amparo de la Ley de Transparencia Pública—obvia el hecho que, en un Estado constituido sobre bases democráticas, el pueblo tiene todo el derecho a conocer todos los pormenores de la gestión pública.
En campaña, su cantar era de otro costal, hablaban de la transparencia como símbolo de una gestión de gobierno cara al Sol para que el pueblo pudiera no sólo estar al tanto de cómo se administraban sus recursos sino que también pudiera hacer aportes a cómo mejorar la administración pública. Una vez en el poder, desde La Fortaleza, en el canto oficialista prima el silencio y la pobre explicación de un burócrata legal que como un papagayo repitió sin titubear lo que le dictaron cantar.
Como único se solventaría el argumentario de Cortés Irizarry sobre el informe de la KPMG que el gobierno de García Padilla maneja como si fuera un documento de la KGB, es si éste tuviera que ver con la seguridad del estado, es decir, con defender a los residentes de Borinquén de cualquier amenaza. Ay, se me zafó. No había caído en cuentas, que eso es precisamente lo que persigue la Administración García Padilla, defender al pueblo de la amenaza que le presenta su propio gobierno con la imposición de mayores tributos que, sumado al desplome de su economía y a una asfixiante deuda pública superior a los US$70 mil millones, son responsables de un masivo éxodo que en los últimos dos años suma más de 100 mil boricuas.
García Padilla y Cortés Irizarry poca cuenta dan que ya, el pueblo descontó que el informe de la KGB, perdón de la KPMG, no lo hacen público porque es tóxico. Y, el silencio que pretende García Padilla y defiende Cortés Irizarry, lo único que hace es aumentar la especulación de cuán malo ha de ser el podrido huevo que todos prefieren acallar aunque ya su pestilencia ha colmado el gallinero. Poco les importa que el pueblo pagó por él—el informe, claro está, y menos que ellos gobiernan por delegación popular. Atento a ello, el gallo permanece mudo aunque sabe que, tarde o temprano, ha de ser el capón de una olla podrida por falta de la transparencia prometida. Shhh…no se lo digas a nadie.