Rissig Licha


Posted: 03 Sep 2013 01:59 PM PDT

SANTO DOMINGO— ¡Insólito! Sí solo puede catalogarse de insólito que en pleno siglo de la revolución digital unos medios de comunicación dejen de existir porque, lisa y llanamente, no tienen papel prensa. Eso es, precisamente, lo que está sucediendo nada más y nada menos que en Venezuela la tierra de la revolución chavista. Sí, en la tierra del Arauca vibrador y del pajarito revoloteador, además de escasear el papel sanitario ahora tampoco tienen papel prensa. Y, dentro de poco no han de tener prensa pues, si ésta desaparece porque le falta papel, ello devela otras faltas: de ingenio, de imaginación y de adaptación a cuál es su papel en tiempos de la blogosfera.

El Sol de Maturín y Antorcha, la primera del estado de Monagas y la segunda del estado Anzoátegui, según destaca diario español El País, han dejado de existir porque colorín colorado, su papel se le ha acabado en consecuencia de las restrictivas medidas cambiarias impuestas por la revolución chavista a partir del 2003 que han mermado los abastos y el acceso a nuevos suministros de papel prensa de todos los diarios que todavía se imprimen en territorio bolivariano, amenazando de paso a varios otros periódicos regionales con sufrir la misma suerte.

La libre importación de papel prensa, limitada hace más de una década, se frustró aún más al entrar en vigor en la era Nicolás Maduro nuevas restricciones burocráticas en adición al de la obtención de divisas preferenciales para poder completar las transacciones. A partir de finales del 2012, según El País, se hizo obligatorio tener un certificado gubernamental de no producción nacional para el rubro de papel prensa, que amén de las habituales tardanzas burocráticas se demora más que lo usual en estos casos pues al gobierno poco le interesa la circulación de opiniones disidentes o de artículos sobre las fallas del socialismo del siglo XXI y, a falta de certificado, falta de papel prensa. No hace falta censura previa. Ni tampoco retiro de anuncios públicos. Ni presión directa de otros organismos del Estado. No, lo único que hace falta es dejar a los diarios sin papel.

Y, como estos diarios, cuán antípodas periodísticos de la teoría de la evolución de Darwin, insisten en seguir las rupestres prácticas de un periodismo en papel, de seguro, han de desaparecer. Con ellos perdemos un importante legado de aquellos que nacieron con tinta en las venas y que no supieron adaptarse a la era digital logrando trasladar vía la trashumancia tecnológica su tradición de un medio a otro medio. Por ello, quedaron en el medio. Triste desenlace para el periodismo que no se sabe adaptar, para la libertad de prensa que algunos solo saben defender a través de la importación de bobinas de papel prensa y para aquellos que, como yo, creemos que lo importante no es el medio sino el mensaje. Pena que el tornero de la bobina no siguiera las enseñanzas del tahonero que a falta de pan, hizo galleta y, a falta de papel, se moviera a la Red.