RISSIG LICHA
MIAMI—El oficialismo en desorden. La oposición, dando muestras de que no ve, ni oye y, quizás por ello, tampoco habla. El país cuán si fuera una barca sin timón, zozobra. Mientras tanto, el pueblo ve cómo todo a su derredor se va al carajo y llega a preguntarse por qué, yo también, no. Atento a ello los partidos más votados en las encuestas no son ni rojo, ni azul. El resultado es otro. Populares y Novoprogresistas en baja. El voto no es por los partidos. Votan por la partida. La bandera gris de la incertidumbre flamea en señal de resignación. Esa es la triste realidad. Hoy la mayoría de los puertorriqueños están afiliados a una nueva colectividad—el Partido de la Diáspora (PD).

Suma más del 50 por ciento de todos los electores. Gana adeptos. American, Delta y JetBlue los captan a borbotones. Unos se van porque pueden. Otros porque no pueden más. Y, muchos, porque qué más da. Puerto Rico pierde a diario más ciudadanos que el Gobernador García Padilla credibilidad o la oposición, principalmente la Novoprogresista, legitimidad. No ven en el primero idea alguna de cómo salir de una crisis que ni el Gabo pudo imaginar desde el surrealismo tropical de su Macondo. Tampoco ven en la oposición, una alternativa que aliente algún grado de esperanza de que se puede aspirar a un futuro mejor por la vía electoral.

La partida de aquéllos que militaron en los partidos tradicionales de la Isla del Coquí más fácil no puede ser. No hay que arriesgarse en un tubo neumático. Ni siquiera en yola. No hace falta Visa, con MasterCard es suficiente. Un tarjetazo y zas. Listo. Uno más que se va. Otro que ingresa en el PD que, además de identificar a la diáspora representa la desesperación colectiva de un pueblo que hace tiempo ya dio cuenta que los dos partidos tradicionales operan de espaldas al pueblo.

La seguidilla de disparates de García Padilla en el tan trillado sainete—IVA tú, IVU yo, IVAMOS todos—que cumple hoy varias semanas en escena en la sala de teatro de las Artes menos Bellas de Puerta de Tierra es prueba, más que fehaciente, de su incompetencia. Por suerte, para éste, la obra de teatro alternativo de Pierluisi—Yo no IVA, Tú IVU, Todos BU—pertenece al género que le granjeó a The Artist un Óscar—el cine mudo. Mientras los populares cacarean, los novoprogresistas callan, como si fuera a través del silencio que van a resolver el entuerto. Y, con ello, avivan la percepción que lo mismo da, uno que el otro, pues uno no sabe y el otro no se atreve.

Queda claro que el interés, tanto el de García Padilla como el de Pedro Pierluisi, lejos de ser el de fortalecer o recomponer el modelo socioeconómico en quiebra, es otro. Ambos están más interesados en buscar La Fortaleza para mantener o recomponer su proyecto político-partidista para ostentar el Poder.

No debe sorprendernos notar que ante la incompetencia de uno y la falta de competencia del otro sean muchos los que en vez de afiliarse a la colectividad roja o azul hacen su adhesión al Frequent Flyer de American Airlines. Y, esa salida, la del Partido de la Diáspora, es la peor de todas las salidas para un país que merece mejor suerte pero, para su desgracia, su futuro depende de la misma gente.