Rissig Licha

 

Posted: 11 Aug 2013 07:18 AM PDT

MIAMI—Cuentan. Cuentan que cuentan. Sí, cuentan. Cuentan más que lo que cuentan y de aquellos que más cuentan, mas cuentan con pasión. ¡Cuánto cuentan! Cuentan todo mas no cuentan nada de aquello que verdaderamente cuente. Tampoco cuentan a todos los demás que cuentan ni todos aquellos a los tienen que tomar en cuenta. Indefectiblemente, ya sea más tarde o más temprano, cuando le llega el momento en que las restas suman más que las sumas ni el Sumo Pontífice les ha de salvar de la cuenta. Y, en ese momento del recuento de unas cuentas que ya no cuentan se van con su cuento a contar a otra parte. Poco les importa que ya no cuenten los cuentos pues lo único que les importa son las cuentas y no los cuentos. Esa es el triste cuento de unos que cuentan y de una contabilidad que da cuenta a todo el que se quiere dar cuenta del porqué ya los periódicos no cuentan y porqué esas cuentan solo han servido de descuento para el cuento.

Si hoy los periódicos no cuentan lo que contaban antes es porque ya los periódicos no son cultivados por periodistas. No, el cultivo del periodismo por grandes sindicatos de inversionistas, plutocracias o empresarios es el responsable de tan pobre cosecha periodística y tan poca aceptación del fruto de su recogida por aquellos que ya perdieron el paladar por esa fruta sinsabor y de aquellos otros que nunca encontraron el atractivo en el néctar de un jugo desabrido. ¿Cómo un campo tan fecundo ha devenido a menos? El periodismo ha venido a menos porque en su campo se valoró más el margen de ganancias y los dividendos financieros a todo coste y se olvidó de cuál es la esencia misma del negocio que es el de contar relevantes cuentos de aquello que cuenta para aquellos que, gracias a aquello que cuenta el periodismo, se dan cuentan de todo lo que en verdad cuenta.

El poder de convocatoria de un periódico se nutre de la credibilidad de sus cuentos sobre el acontecer cotidiano que afecta el desempeño y—posibilita o frustra—las esperanzas de un pueblo. El rol del periodismo en la defensa de la libertad de expresión, en la lucha por una mayor equidad social y de un sistema judicial independiente–fundamentales pilares para una sociedad democrática–está hoy comprometido por un punto de vista editorial en el que priman las ganancias por sobre los noticias. Ello marca un cambio significativo en la industria periodística, una industria en la que, tradicionalmente, los cuentos han sumado más que las cuentas mas de una fecha para acá, las cuentas tienen más peso que los cuentos porque ya los periodistas no son los que cuentan en un periódico, no los que cuentan hoy, son los contadores. Los recortes de crónicas dieron paso a recortes de cronistas porque era necesario maximizar los beneficios. Lo importante ya no es editar las noticias sino auditar las finanzas. En algunos diarios los que cuentan exigen a los contadores márgenes de hasta un 40 por ciento en las operaciones. ¿Cuántos negocios legales son capaces de alcanzar esos resultados? Cuentan que pocos, por no contar que casi ninguno.

El cuento de las cuentas del periodismo es a decir verdad, una crónica de una muerte anunciada. Si quieres zapatos vas a un zapatero. Si necesitas comida, entonces lo que llama la ocasión es un chef. Y si buscas cuentos que te cuenten sobre la cotidianidad, nada más lógico que ir al quiosco más cercano—real o virtual—para nutrirte de aquello que cuenta un periodista. Si en vez de toparte con un cuentista del periodismo te encuentras con un contable del cuento en vez de sumar un cuento has de restar la cuenta pues estás recibiendo un producto de descuento. El desatinado saldo de este cuento es que en el periodismo de hoy, por desgracia, cuentan cuentos aquellos que cuentan y que son los responsables de que ya no se cuente lo que la gente quiere que le cuenten y ello, a la postre, sirve para descontarle credibilidad a aquellos que cuentan. Eso, al menos, es lo que nos cuentan.