Rissig LichaPosted: 23 Mar 2014 08:48 AM PDT

MIAMI—La democracia está de luto porque, además, de la barbarie en Venezuela, el despojo constitucional en Ucrania y el golpe de estado en Egipto, España pierde un gran hombre, el mundo a un gran estadista y la humanidad a un gran demócrata que supo aprovechar la soberanía popular a través de un gobierno representativo para cultivar el pluralismo, las libertades y la solidaridad que fructificaron en la concordia que sustentó la gobernabilidad para ponerle fin, pacíficamente, a una férrea, mezquina y enquistada dictadura por encima de la imperturbable voluntad de rancios poderes fácticos. Ese es el legado que hoy le deja a España, al mundo y a la humanidad, Adolfo Suárez y el por qué la democracia hoy está de luto.

En momentos en que tantos se disfrazan de demócratas para alzarse con el poder y condenar a aquéllos que les votaron a un régimen déspota que por la vía de la bota aplasta todas las libertades y los derechos de sus ciudadanos es importante recordar cómo aquél que desde las entrañas mismas de una dictadura, apoyándose en una valentía única y un sentido de patria inigualable sacó las agallas que las circunstancias demandaban para defender la libertad y el pluralismo de un pueblo que por décadas solo había conocido la opresión y el sectarismo.

Muchos trataron de impedir su paso. Algunos abiertamente conspiraron contra él. Políticos. Empresarios. Periodistas. Terroristas. Mas ni unos, ni los otros pudieron sesgar su inquebrantable sentido de misión ni alterar una hoja de ruta sin la cual España hoy no sería lo que es, ni los españoles hubieran podido haber disfrutado de las libertades que, por desgracia, muchos desatienden, otros desprecian y algunos desechan. Lejos de ser héroe o superhombre fue un simple castellano de sangre gallega que, sin ambigüedades, supo asumir el papel que le correspondió para cumplir con su deber ciudadano.

A partir de hoy la nomenclatura política—la derecha, el centro y la izquierda española—ha de recordarle, quizás con un grado del mismísimo Alzheimer que padeció por más de una década, como el gran artífice de la transición de una dictadura militar a una democracia constitucional. Muchos olvidarán, por conveniencia y ventaja político electoral, cómo trataron de sofocar sus reformas políticas. Muchos nunca le perdonarán que puso fin al franquismo. Unos que luchara contra el separatismo. Otros que legalizara a los comunistas. Algunos que permitiera que lo socialistas llegaran al poder. Por ello, quizás fue mejor que, con el tiempo, su enfermedad le arrebatara su memoria.

En fin, en un mundo monocromático, en que unos lo ven blanco, otros negros, muchos no lo ven y, ni uno, ni otro ni, mucho menos, los otros, puedan verlo gris, Suárez logró, a través de una singular visión poli cromática, recrear una realidad compartida de estirpe variopinta, diversa y plural para consagrar un ordenamiento civil a través de instituciones democráticas que poco tenían en común con su trayectoria o pasado y que hoy y, a futuro, han de servir a una España libre, soberana, democrática y plural gracias al sentido de misión de un hombre que más que llorar, muchos debían de emular, en especial, todos aquéllos que dicen llamarse demócratas.