Rissig Licha
MIAMI—La calidad del periodismo de la mayoría de los medios, tanto los tradicionales como los digitales, se degenera a diario y, aunque las razones para ello son múltiples, hay dos que desconciertan más que las otras: 1) la complacencia, indolencia y creciente incompetencia de aquellos que ejercen la función de periodistas y, a decir verdad, solo repiten lo que otros dicen y 2) la creciente tendencia, particularmente en los medios televisivos, de estar repletos de notas truchas que disimulan lo que debe ser un periodismo serio y, sobre todo, relevante para la sociedad.
La primera de las tendencias consiste en practicar el pericodismo [Advertencia: No busque esta palabra en el diccionario de la Real Academia Española. Es una palabra original del autor cuyo significado es: pericodismo (Del dim. de Pero, Pedro) m. Ser trepador, especie de papagayo que emite gritos agudos y gusta de engatusar a las masas mediante la grosera utilización y manoseo de la información a través del cuento.]
La segunda que, en muchos casos es la que sirve de sustento a la primera, consiste en la creación de noticeros [Advertencia: No busque esta palabra en el diccionario de la Real Academia Española. Es una palabra original del autor cuya significado es: es: Noticero. 1. Adj. Que no da noticias. 2. m. y f. Persona que no da noticias por oficio. 3. programa de radio o de televisión sin noticias.]
¿Cómo identificar estas malsanas tendencias que corroen los pilares que han sostenido en las sociedades democráticas a la Prensa? Fácil. No tiene más que abrir un diario o sintonizar un noticiero. Y, tarde o temprano se va a topar con la misma situación: una nota basada en lo que alguien publicó en Twitter. Sí, así es. Si llueve. Un resumen de los tuits de cómo está lloviendo en cualquiera de los puntos cardinales del planeta. O un comentario de Rihana, “Please keep the people of Venezuela in your prayers! Devastating to see!, tiene mayor importancia en el noticiero que la preocupación por los disturbios callejeros expresada por el gobierno de los Estados Unidos o por la Unión Europea.
¿Es esto periodismo? No, claro que no. Es una coña responsable de que el pericodismo de los noticeros de hoy amenace con cargarse una noble profesión y todo, porque es más fácil tomar cualquier obviedad o pendejada que cualquiera profiera por Twitter que hacer una entrevista a profundidad sobre un tema de actualidad. Quizás deban aprender del sabio consejo que el actor Kevin Spacey, segú informara El País, le compartiera a unos pericodistas en Londres al preguntársele sobre cuál era su visión sobre la política “a nadie le importa una mierda lo que un actor piense sobre política”. Igualmente, a los lectores y a las audiencias de los noticieros tampoco le importa una mierda lo que cualquier pericodista repita de lo que tuitea cualquier cibernauta, célebre o no. Eso, no es periodismo y, por ello, está en crisis.